Ante el actual estado de cosas no podemos permanecer impasibles. Si los recortes en derechos sociales y políticos ya eran inadmisibles, si las políticas de ajuste ya eran intolerables, si la crisis a la que llevan tiempo abocándonos ya era insoportable, la presente situación de excepción jurídica, política y mediática con la que pretenden amordazarnos es, sencillamente, inaceptable.
Desde Praxis, Associació de Joves Investigadors en Història i Ciències Socials, queremos expresar nuestra total y activa solidaridad con los tres compañeros –Javi, Isma y Dani– que llevan cerca de un mes encarcelados en prisión preventiva, la misma medida aplicada contra Laura, otra de las personas que, como nosotros, participaron de la jornada de huelga general del pasado 29 de marzo. Queremos denunciar, asimismo, que los argumentos esgrimidos por Fiscalía, Mossos y la jueza encargada del caso nos parecen absolutamente antijurídicos –planteando, entre otras consideraciones, la posibilidad de reincidencia delictiva cuando no ha habido ninguna condena por delito anterior para cualquiera de ellos o un hipotético riesgo de fuga para unas personas absolutamente arraigadas, con familia, entorno, trabajo y estudios–, como ya han planteado la defensa y numerosas entidades e individualidades. Queremos enviar, también, un abrazo y todo nuestro apoyo al entorno social y afectivo de estas personas así como también a los compañeros y compañeras que se movilizan dando lo mejor de sí para denunciar esta situación y continuar adelante con los proyectos y las respuestas a la crisis y su gestión. Tampoco nos olvidamos de los otros que fueron detenidos e imputados, de los que fueron golpeados y gaseados, de los ojos perdidos y los bazos reventados.
Queremos denunciar, de la misma manera, los discursos criminalizadores que, desde determinados medios de comunicación, llevan tiempo construyendo la imagen de un enemigo interior, en ocasiones parece que conectado con alguno exterior, que tendría como objetivo desestabilizar la normal y armoniosa convivencia de la comunidad nacional. Queremos hacer notar, como personas que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a desentrañar tanto las utopías y los proyectos emancipatorios del pasado como a los que, de signo contrario, se dedicaron al aplastamiento de los mismos, que las actuales prácticas represivas –recrudecidas en la era Puig y más recientemente con Fernández Díez, pero con hondas raíces–, la criminalización de toda forma de disidencia, ya sea de acto o de palabra, las detenciones de activistas, la puesta en marcha de mecanismos de delación y (auto)vigilancia ciudadana, la aplicación arbitraria y política de la prisión preventiva, la extrema violencia aplicada por las fuerzas policiales, entre otras cuestiones, supone, para el poder político que lo legisla, para las fuerzas policiales que lo ejecutan, para los jueces que lo dictaminan y para los periodistas que lo jalean, cruzar una línea roja de hondas significaciones históricas. Una línea roja que nos recuerda demasiado a lo que leemos en los documentos de archivo o en las hemerotecas o lo que nos cuentan nuestros abuelos y abuelas, madres y padres y otras personas que conforman nuestra memoria colectiva. Una línea roja que, en última instancia, nos despierta de la ensoñación de un estado del bienestar que se resquebraja para situarnos en una situación de excepción donde parecen normalizarse los tics, prácticas y discursos fascistizantes.
No pretendemos plantear paralelismos históricos infundados sino hacer reflexionar sobre la deriva autoritaria que se inicia, precisamente, en tiempos convulsos, en tiempos de rabia y desesperación para los que están pagando la crisis y no se resignan a agachar la cabeza y quebrarse el espinazo.
Hace unos días no nos acordamos de dos 25 de abril que debieran resonar, quizá ahora más que nunca, con toda la fuerza que puedan proyectar nuestras gargantas:
25 de abril sempre, fascismo nunca mais!
25 de aprile, ora e sempre resistenza!
A lo que añadimos:
¡Libertad inmediata para los cuatro huelguistas encarcelados!